Cuenta Nelson Arrieta que en una de sus visitas a la Basílica Nuestra Señora de la Chiquinquirá, en Maracaibo, sintió la proximidad del zuliano con su patrona, que generalmente rompe la costumbre de la solemnidad católica. La Chinita es vista como una chica a la que un hombre puede acercársele, pretenderla y enamorarla. A la salida del templo, escribió una canción como si estuviera recibiendo un dictado y con ella tituló su cuarto disco.
A la primera impresión, "Huele a rosas", la que bautiza el álbum del ex cantante de Guaco, es una canción romántica. Pero su contenido va dedicado a la Virgen, que según sus creyentes se manifiesta a través de un perfume floral y mediante la escarcha o las mariposas azules.
"Entendí por qué los zulianos son tan confianzudos con la Virgen. Normalmente, se le trata con mucho respeto y no se le tutea, pero el maracucho es pasado de fresco. Le dice `mi novia', `mi china', `mi guajira', `mi negrita bella", señaló el artista, que además incluyó un tema de su autoría llamado "Mi reina de corazones", cuyo sonido pareciera emparentado con el de la banda de Gustavo Aguado.
Huele a rosas le sigue a las producciones Iré (2003), En el camino (1997) y Cuando nacen las palabras (1996), el álbum que representó el inicio de un recorrido en solitario que comenzó cuando dejó la agrupación a la que perteneció 16 años, en la que interpretó éxitos como "Todo quedó", "Regálame tu amor", "Luciana" y "Las caraqueñas".
Entre las 11 pistas del disco destaca un hit pop de la década de los años ochenta, escrito y popularizado por Agni Mogollón, titulado "Y es que me faltas tú". Esta vez no es una balada; es una salsa en la voz distintiva de Arrieta, que muestra su timbre y su soltura de sonero. Está presente un tema titulado "Yo sé" de Luigi Castillo, ex miembro de Voz Veis y actual mitad del dúo Sanluis; uno llamado "Cosas imposibles" de Julio César Rodríguez, que ha escrito música para Gilberto Santa Rosa, Guaco y Rafael "Pollo" Brito, y un par de piezas que llevan por nombre "Yo no quiero" y "Quédate", compuestas por Daniel Barón, productor del álbum cuya mezcla y masterización que es como el ensamblaje y la pulitura final estuvo en manos de Germán Landaeta.
Guaquero desde siempre.
Fuera del pequeño estudio de Tumbao Music, en Los Palos Grandes, Arrieta recuerda cómo entró a Guaco. "Estaba en un grupo de gaitas que se llama Birimbao y venía de La Nueva Generación. Tiempo después estaban buscando coristas en Carángano, me seleccionaron y estuve con ellos un año. Pero la verdad es que fui guaquero desde chamito y siempre tuve ese norte. Eso del libro El secreto se refiere al famoso texto de autoayuda de Rondha Byrne es más viejo que el agua de la playa. Con la realidad de la vida vas dejando de lado los sueños, pero siempre es posible cumplir las metas. Eso fue así: me vieron cantando y al año siguiente me llamaron".
Los lentes de corrección persisten, así como la habilidad para cantar música bailable con sabor, sea en el estudio o en los escenarios. Pero de su cabello negro a los 45 años de edad no queda ni rastro, como si hubiera decidido quitárselo antes de que la alopecia lo hiciera por él.
La plataforma de Guaco, sobre la que marchó desde 1987, le permitió recorrer ciudades dentro y fuera de Venezuela, le dio la dicha de compartir con luminarias del espectáculo y la posibilidad de ponerle voz a muchas parrandas venezolanas. Pero Arrieta decidió trazarse su propio camino.
"Fue como volver a empezar.
Cierta gente me conocía de nombre, pero para la mayoría era el de lentecitos de Guaco.
Fue volver a cero, aunque siento que tengo todavía el respaldo que representa mi trayectoria allí", dijo el artista, que además es locutor y se graduó como comunicador social en la Universidad del Zulia, aunque en algún momento pensó que era una carrera para bohemios y hippies.
"El reto fue trabajar para desligarme y posicionar mi nombre. No diría que ha sido un proceso traumático eso de quitarme la etiqueta", añade con su intacto acento marabino. "Todo se da poco a poco.
Ya son ocho años y la gente se va dando cuenta. Es el cuarto disco como solista. No me cabe la menor duda de que el secreto del éxito está en la constancia. El artista debe estar vigente. Los discos son redondos y uno no sabe hasta dónde ruedan".
A la primera impresión, "Huele a rosas", la que bautiza el álbum del ex cantante de Guaco, es una canción romántica. Pero su contenido va dedicado a la Virgen, que según sus creyentes se manifiesta a través de un perfume floral y mediante la escarcha o las mariposas azules.
"Entendí por qué los zulianos son tan confianzudos con la Virgen. Normalmente, se le trata con mucho respeto y no se le tutea, pero el maracucho es pasado de fresco. Le dice `mi novia', `mi china', `mi guajira', `mi negrita bella", señaló el artista, que además incluyó un tema de su autoría llamado "Mi reina de corazones", cuyo sonido pareciera emparentado con el de la banda de Gustavo Aguado.
Huele a rosas le sigue a las producciones Iré (2003), En el camino (1997) y Cuando nacen las palabras (1996), el álbum que representó el inicio de un recorrido en solitario que comenzó cuando dejó la agrupación a la que perteneció 16 años, en la que interpretó éxitos como "Todo quedó", "Regálame tu amor", "Luciana" y "Las caraqueñas".
Entre las 11 pistas del disco destaca un hit pop de la década de los años ochenta, escrito y popularizado por Agni Mogollón, titulado "Y es que me faltas tú". Esta vez no es una balada; es una salsa en la voz distintiva de Arrieta, que muestra su timbre y su soltura de sonero. Está presente un tema titulado "Yo sé" de Luigi Castillo, ex miembro de Voz Veis y actual mitad del dúo Sanluis; uno llamado "Cosas imposibles" de Julio César Rodríguez, que ha escrito música para Gilberto Santa Rosa, Guaco y Rafael "Pollo" Brito, y un par de piezas que llevan por nombre "Yo no quiero" y "Quédate", compuestas por Daniel Barón, productor del álbum cuya mezcla y masterización que es como el ensamblaje y la pulitura final estuvo en manos de Germán Landaeta.
Guaquero desde siempre.
Fuera del pequeño estudio de Tumbao Music, en Los Palos Grandes, Arrieta recuerda cómo entró a Guaco. "Estaba en un grupo de gaitas que se llama Birimbao y venía de La Nueva Generación. Tiempo después estaban buscando coristas en Carángano, me seleccionaron y estuve con ellos un año. Pero la verdad es que fui guaquero desde chamito y siempre tuve ese norte. Eso del libro El secreto se refiere al famoso texto de autoayuda de Rondha Byrne es más viejo que el agua de la playa. Con la realidad de la vida vas dejando de lado los sueños, pero siempre es posible cumplir las metas. Eso fue así: me vieron cantando y al año siguiente me llamaron".
Los lentes de corrección persisten, así como la habilidad para cantar música bailable con sabor, sea en el estudio o en los escenarios. Pero de su cabello negro a los 45 años de edad no queda ni rastro, como si hubiera decidido quitárselo antes de que la alopecia lo hiciera por él.
La plataforma de Guaco, sobre la que marchó desde 1987, le permitió recorrer ciudades dentro y fuera de Venezuela, le dio la dicha de compartir con luminarias del espectáculo y la posibilidad de ponerle voz a muchas parrandas venezolanas. Pero Arrieta decidió trazarse su propio camino.
"Fue como volver a empezar.
Cierta gente me conocía de nombre, pero para la mayoría era el de lentecitos de Guaco.
Fue volver a cero, aunque siento que tengo todavía el respaldo que representa mi trayectoria allí", dijo el artista, que además es locutor y se graduó como comunicador social en la Universidad del Zulia, aunque en algún momento pensó que era una carrera para bohemios y hippies.
"El reto fue trabajar para desligarme y posicionar mi nombre. No diría que ha sido un proceso traumático eso de quitarme la etiqueta", añade con su intacto acento marabino. "Todo se da poco a poco.
Ya son ocho años y la gente se va dando cuenta. Es el cuarto disco como solista. No me cabe la menor duda de que el secreto del éxito está en la constancia. El artista debe estar vigente. Los discos son redondos y uno no sabe hasta dónde ruedan".
El nexo
Nelson Arrieta atribuye a la providencia todo el proceso de realización del álbum, desde su encuentro con la disquera Tumbao Music y el productor Daniel Barón, hasta su nexo para la distribución del material.
"Es un impulso para la carrera de cualquier cantante o músico que un medio de esta magnitud te ofrezca ese espacio", dijo en referencia a la alianza que estableció con EL NACIONAL.
Huele a rosas circulará el 17 de junio con el diario. Para quienes lo adquieran con el cupón impreso en la edición de ese día el precio es de 25 bolívares y para quienes lo compren sin el, 35 bolívares.
"No sólo se trata de la venta de discos y los avisos", expresó el zuliano. "La importancia radica en el empuje que le dan al artista, especialmente en un mercado que está tan deprimido".
"Es un impulso para la carrera de cualquier cantante o músico que un medio de esta magnitud te ofrezca ese espacio", dijo en referencia a la alianza que estableció con EL NACIONAL.
Huele a rosas circulará el 17 de junio con el diario. Para quienes lo adquieran con el cupón impreso en la edición de ese día el precio es de 25 bolívares y para quienes lo compren sin el, 35 bolívares.
"No sólo se trata de la venta de discos y los avisos", expresó el zuliano. "La importancia radica en el empuje que le dan al artista, especialmente en un mercado que está tan deprimido".
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